¿Cómo ser padres mindfulness?

¿Cómo ser padres mindfulness?
A lo largo de nuestras vidas asumimos diversos roles, como hijos, hermanos, amigos, novios, esposos y padres. Lo cierto es que ante cada uno vamos afrontando retos y acumulamos experiencias, que nos permiten responder de un modo determinado conforme van surgiendo nuevos retos. 
 
Hoy te contamos cómo el mindfulness, puede ayudar a manejar la etapa de la paternidad o maternidad, desde la atención plena. 
 
Dan J Siegel, comenta en su libro Siendo Padres desde Adentro, que las experiencias que acumulamos desde nuestra niñez, inciden en el cómo afrontamos la maternidad o paternidad con nuestros hijos/as. A medida que somos capaces de comprendernos mejor a nosotros mismos, seremos capaces de cimentar las relaciones con nuestros hijos desde el bienestar emocional y la seguridad. 
 
En efecto, en algún punto de nuestro rol como padres nos hemos enfrentado al pensamiento “no pensé que lo que me decían mis padres, sería lo que yo diría a mis hijos, sin embargo acá estoy haciendo/diciendo exactamente lo mismo”. 
 
Ese modo tan natural en que replicamos los patrones conductuales que de niño vimos en nuestros padres, positivos o no; es parte de las situaciones que debemos observar desde la objetividad y resolver, en caso de querer cambiar el curso o las bases de las relaciones afectivas amorosas y protectoras con nuestros hijos. 
 
Liberar la mente de nuestro pasado, y comenzar a vivir en el presente, es imperativo para crear relaciones de confianza y seguridad, que fomenten el amor y el respeto en nuestro hogar. 
 
Las respuestas que ofrecemos a ciertas inquietudes, se basan en primera instancia en lo que hemos observado durante nuestra crianza, es de allí de donde provienen muchas de las acciones que realizamos cuando nos iniciamos en el proceso de criar y formar a nuestros propios hijos. 
 
Como seres humanos, estamos acostumbrados a reaccionar modelado el patrón conductual que conocemos, con frecuencia este rol parental, suele sacar “lo peor de nosotros”, lo cual nos hace desear incluso ser mejores padres. 
 
Al tomar conciencia de esto, podemos programar nuestra mente y nuestro accionar. Tomar acción desde la conciencia plena, en vez de la impulsividad, ganando la oportunidad de resolver las situaciones que nos afectan y dando un giro en positivo ante la situación que desencadena una acción. 
 
La paternidad es un rol que resulta desafiante, al enfrentarte a la posibilidad de moldear a tus hijos y enseñarles valores, a sentirse seguros y confiados de sí mismo, darles el amor y el apoyo que requieren para crecer como seres felices e íntegros. 
 
Honestamente no existe un manual que se amolde a todos los padres, y que funcione a la perfección para todos, puesto que cada familia es un universo y como tal tiene sus propias necesidades, valores y características que la diferencian del resto. 
 
Sin embargo, no es menos cierto que existen herramientas, como el mindfulness que pueden ayudar a manejar tus propias emociones, facilitando de este modo la toma de decisiones, y ganar un mejor control sobre tus pensamientos y acciones. Esto se traduce en una toma de decisiones conscientes, que facilitan la armonía de las relaciones contigo mismo, con tus hijos y en el hogar. 
 
Ahora bien, para poder implementar las nuevas herramientas, es también necesario comprender, cómo las situaciones irresueltas de nuestro pasado, afectan nuestro obrar en el día a día. 
 
La mente funciona de un modo realmente extraordinario, en ella quedan grabados momentos y situaciones o respuestas que desde edades muy tempranas vamos exponiendo, conforme vamos viviendo. 
 
Ciertamente, no somos conscientes del todo de que nuestro cerebro va almacenando cierta información en forma de memorias, esto se debe a que existen dos tipos de memorias, las cuales Siegel, explica con claridad en su obra: 
la memoria implícita y la memoria explícita 
 
La memoria implícita, es la encargada de crear circuitos, estos a su vez crean las emociones, respuestas comportamentales, percepción y posiblemente también las codificación de sensaciones corporales. En ella, nuestro cerebro almacena información de nuestras respuestas ante la repetición de un evento, creando así un patrón conductual que nos condiciona ante una situación, incluso cuando no somos conscientes de que esto está ocurriendo. 
 
En tanto que la mente explícita, es una memoria que se subdivide en dos y sus tipos se corresponden con la edad en la que se registran durante nuestra vida, una primera denominada semántica o fáctica, inicia alrededor del primer año de edad, y la segunda conocida como autobiográfica, pasado el segundo año de edad. 
 
De la primera, no existen recuerdos conscientes, ya que surge un fenómeno conocido como amnesia infantil, relacionado con el proceso de evolución de algunas regiones del cerebro, es completamente normal y se da en todas las personas. 
 
A diferencia de la memoria implícita, la memoria explícita requiere de programación para recordar situaciones, eventos o respuestas. 
 
La memoria implícita trabaja aún cuando no somos conscientes de que estamos registrando una conducta o sensación. Al recobrarla, el individuo no tiene la sensación de recordar algo almacenado en su mente, por lo que no es capaz de percibir que su accionar, ya está condiciornado por acciones del pasado y el registro de memoria preexistente en su cerebro. 
 
Biológicamente, la memoria explícita se relaciona con la corteza pre-frontal, por ello se da a partir de un proceso de maduración que surge a partir del segundo año de edad, aproximadamente. La corteza pre-frontal, cumple una función
 
 
 
 
 
 
Karelys León Jan 28, 2020
Hechos verificados
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